
Al momento del accidente Cecilia se desempeñaba como supervisora. La trabajadora quien falleció el 23 de enero del 2008, dejó a tres hijas, Francia, Coty y Cecilia, las que tenían entonces 15, 11 y 7 años respectivamente.
La temporera que empezó a sentirse mal a las horas del suceso finalmente concurrió al Hospital Regional, sin embargo la derivaron nuevamente a su casa diagnosticándole un simple resfrío. A los pocos días Cecilia fallece y los familiares inician los trámites para conocer los verdaderos motivos del deceso.
Margot Loaiza, madre de la temporera cuenta “mi hija es enterrada sin que se le practicara una autopsia”. La dolida madre señala que lo único espera es que se establezca la verdad, justicia y que las hijas que dejó Cecilia tengan la protección debida. Asimismo señala Margot que “nunca, ni siquiera un jefe de la agrícola se acercó a mi casa… esa es la pena que tengo porque mi hija les dio 15 años de su juventud a ellos, mi hija siempre trabajó en esa empresa. Mi hija llegó acá al norte y su primer trabajo fue en esa villa y en ese lugar falleció”.
Margot lleva cuatro años golpeando puertas por una respuesta y hoy luego de que por primera vez presencia una acción concreta orientada hacia la verdad y la justicia señala “esa es también una pena grande que tengo porque no se valoriza al trabajador, no se valoriza sus años de servicio, que tiene hijos, como tampoco que es mujer ya que sabemos que hay más preferencia por los varones. Ella les trabajaba hasta el día domingo. Yo nunca les pedí dinero pero ellos por humanidad podrían haberse acercado a la casa. Lo que yo espero es verdad y justicia y espero en el señor que así va a ser”.
La madre de la joven temporera recuerda el día anterior en el que su hija ya ni siquiera podía tomar agua en lo que aparentemente muestra el nivel de quemaduras que padecía en la garganta. La señora cuenta que “apenas remontó agua en su lengua la devolvía y le decía ‘mamita me quemo, siento que se me quema aquí´”.
Por su parte María Cartagena Ibacache, dirigente nacional de las temporeras indígenas de Amuri y presidenta de la organización regional Ratmuri, quien permanentemente ha acompañado a la familia Ortiz Loaiza, señala que estos accidentes ocurren con frecuencia y “por esto hemos perdidos varios compañeros por envenenamiento químico de amoniaco asi como hay varios con diversas enfermedades por esta causa. Así “también preocupa la falta de fiscalización y resguardo frente a la gran cantidad de uso de este químico y poco control de los envases y cañerías que llevan años y se encuentran desgastados”, acota Cartagena.